Posiblemente la devoción a la Virgen de los Reyes no sea nuestra. Solo es prestada por una herencia antigua de los nuestros, que marcaron los caminos del Aljarafe con las pisadas de esa noche suave de Agosto. Mujeres y hombres de fe que no reparaban en veranos ni vacaciones cuando llegaba la noche del 15 de Agosto, y el Aljarafe se convertía en surcos y arterias concluyentes en la Catedral de la ciudad que alberga una imagen fernandina que ha visto pasar siglos y siglos de rezos.
Desde Umbrete, desde este latido tan aljarafeño, tan de Iglesia y tradición, tan de historia arzobispal, tan de gente entregada a sus convicciones de fe, volvieron a darse cita mas de sesenta valientes en el comienzo de la noche del día de la Asunción. Se trataba otra vez, nada más y nada menos, de volver a caminar hasta el amanecer para ser fieles al rito heredado y emocionadamente recibido.
Un marco dificilmente comparable es el punto de partida. La Plaza de la Constitución, con sus fronteras de Arco, Palacio y Parroquia, cierra un cuadro de arte e historia a las plantas de Santa Angela, ante la cual nuestro querido Padre Zambrano reza las primeras oraciones que abren las puertas de la tercera noche, repitiendo la experiencia de los dos pasados años, con el anhelo de volver a vivir las emociones de esas horas de camino.
El Arco, y nuestros paisanos y familiares, nos ven cruzar y partir, envueltos en nuestros chalecos reflectantes, que dan una nota de color amarillo y naranja a nuestros primeros pasos, que buscan la oscuridad de ramal, donde afloran las primeras linternas que nos acompañaran durante la nocturna travesía.
Las primeras pisadas son de sonrisas y de saludos. Estamos los "veteranos" que no hemos faltado a ninguna cita y vemos con alegría como están los de siempre y se incorporan nuevos y nuevas caminantes. Y sientes el pellizco de la alegría de saludar a quien no ves desde el año pasado en ese mismo sendero. Y ves la sonrisa nerviosa de Nely y de Francisco que "debutan" en esta noche peregrina, y ves a tantos niños y niñas a mitad de camino entre la infancia y la adolescencia, que nos van a dar una lección de resistencia y tenacidad, y ves a Belén y a María José que ya no son "novatas" y llevan la sonrisa de saber la bonita noche que les aguarda, para la que ya han incorporado a Montse, y hasta Manolo padre e hijo se han animado este año a probar la experiencia.
Y ves a Pepe orgulloso de poder continuar el rito. Y a Conchi y a Rosario disfrutar del trabajo realizado.
Y ves a grupos de amigos y amigas dispuestos a compartir pisadas, sin pausa y sin prisa, hacia las plantas de la Señora.
La primera oscuridad nos abre paso hacia Espartinas, donde un azulejo de la Santísima Virgen de Loreto vuelve a escuchar la salve de estos "locos" caminantes, en el primer alto breve de los muchos que vendrán.
A partir de aqui empieza el camino recto, cansado pero feliz, que nos llevará hasta la Catedral. No nos deja ni un segundo la Guardia Civil, que en un esfuerzo encomiable cuida del más mínimo aspecto de la seguridad de nuestro tránsito por las carreteras.
La noche está cerrada, y son pocos los vecinos de Espartinas que se asoman a vernos pasar. El grupo comienza a alargarse, y en cuanto la oscuridad gana a las luces de Espartinas, resuena, como un escalofrío, al final de la comitiva, el rezo del Santo Rosario que prosigue, y ya las voces, altas y fuerte al principio, empiezan a tomar el tono pausado del esfuerzo que aguarda. "Dios te Salve, María, llena eres de Gracia".
Otra vez linternas en mano para la primera bajada importante por la carretera, en fila estrecha, pero con un ritmo rápido. No hace el calor de años pasados, la noche es muy suave, y enseguida llegamos a las estribaciones de la principal cuesta que vencer. Ahí si hay mayor esfuerzo y el grupo aun se estira más, aunque este año los reagrupamientos se han hecho con mayor frecuencia.
Cuando vas caminando tienes tiempo de hacerlo en grupo, con tus más cercanos, y también con otros peregrinos, con quien compartes conversación profunda o trivial, y siempre la alegría de ir andando a la par. Incluso, privilegio importante, llegas a caminar solo a ratos, en unos minutos contigo mismo que nuestro frenético ritmo de vida apenas nos deja. Ahí te das cuenta de cuantas cosas tienes que reflexionar y nunca lo haces. Y me invade la certeza de cuanto echo de menos a las tres mujeres de mi casa, porque no estoy habituado a ir sin ellas, y me faltan, vaya si me faltan.
Y ves como la Virgen siempre termina apareciendo al final de tus pensamientos. Y solo te saca de tu ensimismamiento la palabra de aliento de uno y otro peregrino. "¿Como vas? ¿Vas bien?", y siempre damos la misma respuesta, una simple y rotunda sonrisa, que resume orgullo y alegría: "Bien, voy bien"
Nueva bajada presurosa y casi sin darnos cuenta, a punto de pasar el ecuador del camino, ya llega el "avituallamiento" que hacemos en Gines. Toca reponer azúcar. Nuestra logística de Jose María y Manolo cumple con su cometido a la perfección, y ya están las mesas montadas, los vasos dispuestos, el café y el chocolate, los dulces prestos, y especialmente, el agua bien fresquita, que la sed aprieta aunque sea de noche.
En este momento percibes la alegría de otros grupos que pasan, como tu, con su chaleco reflectan, con su mochila con su sonrisa, con sus "buenas noches" con su "de donde sois?", y sus respuestas siempre saben a Aljarafe: Salteras, Sanlucar, Espartinas.... y te emociona saber que el mismo sentimiento une a tanta gente en el esfuerzo de esta noche.
Hay prisa por salir, parece que nadie quiere enfriarse, que luego cuesta arrancar. Yhirda ejerce de particular "crucero", y anda los pasos de siete leguas como nadie, y si quisiera nos dejaría atrás como un suspiro.
Por estas veredas de aceras de Gines hay más luz. Algo más de coches van y vienen, aunque nuestros eficientes agentes de la guardia civil no nos dejan un segundo. Hasta ciclistas nos pasan camino de la Virgen.
Y ya ves a lo lejos Castilleja. Que rápido hemos llegado. Y otro faro de fe, la Inmaculada, nos recibe en torno a ella. La voz de nuestro sacerdote vuelve a alzarse: "Dios te Salve..." Todos en grupo, todas las miradas a la Virgen. El mensaje está claro. Quien tenga ojos, que vea. A Dios por María. Siempre.
Calle Real de Castilleja. Elegante, desierta. Y cuesta abajo, que es más llevadera. Otra vez se estira el grupo, y hay que reagrupar, que somos eso, grupo.
En la esquina de Carambolo, vuelve la oscuridad. La penúltima y a la vez la más profunda de la noche. Y en un momento dado, apago mi linterna. Y la oscuridad me desborda al mismo tiempo que laa emoción: en esa noche cerrada, la luz de Sevilla al fondo, solo se escucha el canto de los rezos que proclaman "Santa, Santa Maria, Madre de Dios, Ruega por nosotros, por nosotros pecadores....." Es el mejor pregón de rezos para una noche cerrada que va a empezar a abrirse cuando nos acerquemos a la ciudad más hermosa del mundo.
La cuesta abajo que nos llevará a Camas es pronunciadísima. Tanto que hacemos bromas sobre nuestra capacidad de poder subirla si fuera preciso a estas alturas. En Camas volvemos a reagrupar. Ya algunos jóvenes han tenido que buscar refugio en los coches de apoyo, donde no nos falta el agua refrescante.
Queda un último tirón. La vía verde que nos conduce a suelo hispalense. Última oscuridad del camino. Hace algo más de fresco. Nuestro cortejo ya se mezcla con otros muchos hermanos que se dirigen a Ella. A algunos ya se les hace largo y pesado el caminar, pero no doblegan. Cruzamos el río, se divisa la torre inacabable. Y ahora otro tirón cuesta arriba que nos lleva a las primeras zonas de la Cartuja....por fin en Sevilla.
Vamos a saborear por unos minutos el último chocolate, el último dulce, el último asiento antes de callejear por la ciudad del nombre de las siete letras de oro.
Ahora si. Puente del Cachorro, Marques de Paradas, Zaragoza, Plaza Nueva, Avenida....ahí está nuestro destino. Aún no son las seis, más temprano que otros años, y la puerta de San Miguel nos ve entrar. Lo hemos vuelto a hacer. Aquí estamos otra vez, como dicen los rocieros de Triana. Aquí están estos caminantes del Aljarafe. Los ojos de Nely, la sonrisa de su querido "Tato Francisco", la alegría de los que van andando por vez primera, le ganan la partida al rostro del cansancio.
Miras a las bóvedas de la Catedral y sabes que no estás en un sitio cualquiera. Algo grande hicieron aquellos que querían que los tomasen por locos cuando levantaron el mayor templo de la Cristiandad.
Los bancos de la Misa están llenos. Nos incorporamos a la de las seis. Me impone escuchar las voces gastadas de los rezos, cansadas de la noche, emocionadas por estar allí. Y que hermoso es dar la paz, tan ansiada, tan necesaria, en ese momento de la Madrugada. Y la comunión toma un cariz diferente. Parece que la Virgen te mira en ese instante.
La dejamos entre sus nardos para buscar hueco entre las gradas de la Catedral. Y para buscar ese escalón donde sentarse, aguardarla y descansar. Ahí se te viene encima la noche, el sueño, las horas caminadas. Pero ya falta poco, y la ultima lucha también se gana, porque las campanas de la Giralda se alían contigo, como si te dijeran, "resiste, que ya viene". Y te regala, de paso, esa estampa inenarrable de ver perderse la noche, con la luna de testigo, con la perspectiva de la Giralda.
Y el cortejo tiene la puntualidad de siempre, las formas de siempre. NI más ni menos. Pero, debe ser la edad, que ya casi ni miras el cortejo. Solo hay ojos para la Madre de Dios, en esa estampa de sepia entre nardos. Y esperas que pase y que se gire en la esquina de Alemanes. Una fe sencilla e histórica. "Per Me Reges Regnant".
Y se marcha como un suspiro. Casi no lo crees ¿Ya está? Si, rito cumplido, gracias a Dios. Hemos tenido salud y aquí hemos vuelto a vernos.
Solo queda un ratito más de satisfacción, del desayuno reparador donde nos reimos y deleitamos con lo vivido, y volvemos a casa con esa mezcla de sensaciones que nos acompañarán todo el año.
Gracias a Dios y a su Bendita Madre por darnos salud y vida para estar con la Señora de los Reyes, por compartirlo con amigos y familia.
Gracias a quienes hacen posible una organización que nos hace ir tranquilos y seguros por los caminos.
Gracias a quienes han tenido una palabra de ánimo y aliento para seguir adelante. Y felicidades a quienes se han estrenado en esta noche de camino tan, tan, tan hermosa.
Y volveremos si Ella quiere. Será el año que viene.