domingo, 28 de septiembre de 2008

Hace tiempo que no te escribo

Señora, Madre, Reina del Rocio.

Hace tiempo que no te escribo, que no te digo un piropo.

Hace tiempo que no me siento en los bancos de tu Ermita (me sigue costando decir Santuario), a mirarte pausadamente en la quietud del templo, alejado de los bullicios de los dias grandes.

Porque una tarde de invierno, como reza la sevillana, ante Ti, ante el Pastorcito, no tiene precio, no tiene medida. Solo paz y consuelo.

Porque, Madre Mia, poco a poco empezamos a caminar ese sendero de los domingos llenos de Hermandades en sus peregrinaciones extraordinarias, que recorreran un calendario de fines de semana de frios y lluvias, de dias invernales que pelean con el sol que adorna tu aldea.

Y siempre estarás alli para todos. Y por Ti seguiremos soñando con Mayo o Junio, cuando volvamos a encontrarnos con nosotros mismos, con quienes queremos y con nuestro sentimiento cristiano que se llama Rocio.

Por eso, perdoname que haga tiempo que no te escriba. No me gusta que pasen los dias sin recordarte, sin alabarte, sin decirte que eres faro y guia de tantos rocieros que te sienten a su lado cada dia, no solo en tiempos de romeria, como creen muchos cortos de entendederas.

Salve, Regina Rori.