domingo, 2 de diciembre de 2012

Sin la Virgen, no es lo mismo

(Foto: www.huelva24.com)

Hoy hemos podido visitar un rato a la Virgen en su Parroquia de Almonte. A la hora en que llegabamos ante Ella, la Hermandad del Rocio de Alcalá de Guadaira celebraba la misa correspondiente a su peregrinación extraordinaria. Antes habia estado Morón de la Frontera. Luego vendría Alicante, y luego Paterna.... y así el extraordinario rosario de fe de cada domingo, de cada festivo, conformando todo un año rociero de peregrinaciones extraordinarias que este año llenan Almonte de vida y de sentimiento rociero.

Porque, si, Almonte es, durante todos estos nueve meses, un pletórico pulmón de fe, un lugar de encuentro de rocieros, un punto de referencia para la devoción y el cariño a la Virgen. 

A mediodía nos fuimos para la Aldea. Y allí todo es diferente estos meses. Distinto. No he podido dejar de pensar, como pasa en cada Venida, en lo diferente que es todo sin la Virgen.

La Aldea está en calma. Serena. No hay el bullicio de cualquier domingo. La Ermita está donde siempre, pero con ese vacío insondable de la ausencia de la Madre de Dios. Hasta el color es diferente en esos cielos. Que me digan exagerado, pero falta lo que falta. Falta Ella, que partió para su pueblo en Agosto y volverá en Mayo. 

Ahora que me digan que el Rocío es solo bullicio y jarana, juerga y excesos. 

No está la Virgen en su Aldea, y el paraje ralentiza su vida y se decolora el tiempo. Ese tiempo de gozo que vive Almonte estos nueve meses con su Patrona, y que se hará otra vez celeste cuando llegue Mayo y sus hijos la devuelvan a la Marisma. 

Que no, que sin la Blanca Paloma, no es lo mismo.