Cuando de pronto nos encontramos con el reloj trastocado, porque las ocho son las siete, o las doce son las once, cuando el cuerpo empieza a ir asimilando que a media tarde es de noche, a veces esa misma tarde nos regala estos perfiles de puesta de sol.
La parroquia de Umbrete se recorta entre azules y dorados. Son tardes del cambio de hora, las que te sumergen en un otoño que parece largo, y que se rinde cuando llega Navidad.
La mente se va deprisa a esos atardeceres del camino, a esos claroscuros que van ocultando la arena y los pinos.
Y piensas que aun falta mucho....o no tanto. La ilusion esta siempre intacta. Y llegará, claro que llegara.