La foto es de ayer sábado, a media tarde.
Ahi está el Guadiamar. Ajeno a toda la algarabía que en pocos meses volverá a inundar sus aguas.
El Vado de Quema es un punto absolutamente sentimental del camino rociero. Un emblemático paraje por el que muchos sienten enigmática atracción, y no pocos quedan prendidos para siempre a ese caminar inigualable, que cada año detiene su ritmo en estas aguas, para hacer tiempo en unos rezos a la Madre de Dios.
Pero hoy no. Hoy todo era silencio, quietud. Hacía algo de fresco, como corresponde al invierno. Las aguas quietas, con la corriente justa.
Y algo te recordaba lo que habrá de venir por Mayo.
Ella. En ese blanco pedestal. Donde se detienen tantas carretas, tantos simpecados, tantos peregrinos cansados que se santiguan antes de cruzar las aguas.
Ella es el faro firme. Te lo está diciendo. "Aqui estoy. Tengo en brazos al Divino Pastorcito".
Es Enero. Solo faltan 125 días para que salgan las carretas.
