El primer domingo de Marzo en el Rocio tiene para Umbrete aromas de estreno, de vispera de las visperas, de comienzo de emociones.
La Misa de Marzo no supone carretas o bueyes, ni volantes o sombreros. Tan solo hermanos con su medalla al pecho para participar de la Eucaristía ante la Virgen.
La Hermandad parte de su Casa en la Plaza del Acebuchal, llegando a la Ermita cuando los hermanos de Coria del Rio ya abandonan el templo.
Fray Guillermo ofició la Misa, y las plegarias a la Virgen desde el Coro ponen la nota musical a la celebracion que nos anticipa la primavera.
Ante la reja, oraciones y manos aferradas clavan los ojos ante la Virgen.
Cerca de mi, una mujer se acerco a tomar la comunión en una de las capillas laterales, y se quedó cerca de la reja. Al elevar sus ojos a Ella, la emoción le traiciona, y busca de inmediato unas gafas de sol y un pañuelo de papel. Pero no hay barrera al sentimiento, y las lagrimas revelan el recuerdo, la nostalgia o la ausencia.
Ese Rocio es el que me llena el alma. Cada vez me siento mas lejos del rocierismo de oropel. Me quedo con el sentimiento sin palabras de esa mujer, hermana o no, pero rociera siempre, que le rezo a la Virgen sin mover los labios, y solo sus lagrimas eran la grandiosa plegaria que sale del corazón. Lagrimas de marzo como flores a la Madre de Dios. Me quedo, siempre, con tantos rocianos hondos de fe, a los que les basta su medalla y, siempre, siempre, la Virgen del Rocio.
Como canta Eduardo Palencia "No me hace falta llevarla y eso la Virgen lo sabe, yo la llevo con el alma p'a que no se entere nadie".
Gracias a Ella por habernos dejado compartir otro primer domingo de marzo. Que el Divino Pastorcito nos bendiga.