jueves, 16 de agosto de 2012

Siete años después, Rocío y Pastora....


Que el tiempo vuela nadie lo duda. Y ese dicho se ratifica cada siete años por agosto cuando su Bendito Rostro se hace más pastoreño que nunca.

Ya han pasado siete años Rocío. Un suspiro ha dejado muy atras aquel verano de 2005. Y otra vez llega la hora. Y la vida y la salud han querido que podamos otra vez estar a tu lado.

Pero hoy quiero contar a mis pequeñas que hace siete años peinábamos menos canas, y vestíamos menos arrugas en la piel. Pero sobre todo, hace siete años fue todo infinitamente diferente a los anteriores traslados.



Aquel año, íbamos dos corazones de la mano camino del Chaparral, y un tercero venía con nosotros en el seno de su madre. Sus ojos aun no habían visto la luz de la marisma, pero seguro que sintió intensamente la fuerza que truena en Almonte cuando el pañolito deja de velar Su Rostro. 

Aquel año, hace siete, tu vida y la nuestra empezó a ser una en el sentimiento rociero. Hubieron aun de pasar algunos meses antes de que nacieras a la vida, pero ya te habías bautizado, a base de latidos, en una tradición centenaria en torno a la Madre de Dios.  

Sabíamos que, cuando pasaran siete años, ya podrías sentir por ti misma todas estas emociones. Lo que no sabíamos es que lo podrías hacer de la mano de tu hermana pequeña. Dos pedazos de nuestra propia vida se sumaran a nuestra alegría de volver a vivir otra venida de la Señora.

En la sonrisa de la Virgen del Rocío va, cada siete años, estos nuevos corazones rocieros que sienten en su sangre la llamada de la fe. 

Que el Divino Pastorcito y la Madre que lo Guarda en sus Brazos os sigan bendiciendo. 

Gracias al cielo por poder volver a estar contigo, en familia, Rocío. 

Viva la Pastora Divina.

Viva la Madre de Dios.