jueves, 23 de agosto de 2012

Y la Virgen volvio a su pueblo...




Siete años son una pequeña vida. Vida que se condensa en pocos dias de agosto. Una vez cada siete.  Es mucho que vivir y mucho mas por esperar a que nuevamente suceda. Por eso son tan intensas esas tardes de Rocio Chico cuando la Pastora va a volver a su pueblo, una vez más. Por ese notamos ese pellizco que mezcla la emoción y la nostalgia cuando tenemos la suerte de vivir un nuevo Traslado.

El Traslado de 2012 tenia que ser especial. Había infinitos motivos para que lo fuera. El primero siempre es nuestro corazón, entregado a Ella, con su latir nervioso y emocionado. Y luego están el paso del mismo tiempo, el que te ha traído otra vez a las arenas, peinando siete años más de canas, siete arrugas, o más, en el rostro, siete sonrisas cuando la has visto de pastora. Estaba también el año jubilar, privilegio rociero, estaba.....estaba el tiempo mismo que nos ha tocado en suerte, las manecillas detenidas, paradas en otro mes de agosto. 

Y fue como tuvo que ser. O más. Porque nadie imaginaba que toda previsión iba a desbordarse. Mas de un millón de corazones rocieros se congregaron en la Aldea a la llamada de fe de su Pastora. 





Y vino su Triduo, lleno de recuerdos de juventud, y su voto del Rocio Chico, voto de pueblo entregado en la historia de su propia fe.  Y vino la magia de la luz y el sonido proyectados sobre la fachada lateral de la ermita, recordando de donde venimos y porque estamos en estas arenas.



Y amaneció ese domingo. 19 de Agosto. El sol caía como tenía que caer. Fuerte, andaluz, de justicia. Y a poco que pasaban las cuatro y media de esa tarde, la reja volvió a hacerse invisible ante el salto almonteño. Todo comenzaba. Y de que manera.

La Aldea estaba prácticamente colapsada de devotos que inundaban desde primera hora el camino de la Virgen. Las salvas de escopetas lo contaban. Ríos y ríos de rocieros empezaban a caminar junto a Ella. 

A partir de ahi, quedaba libre la senda de las emociones. Había lugar para quien se quedaba a verla en una vera, porque sus años ya no le dejan caminar. Había quien asomaba una lágrima por quien ya no está después de tantos traslados. Había quien solo tenía inmensos ojos infantiles asistiendo a su primer traslado. Había quien empuñaba con fuerza su bastón y sujetaba una pequeña mochila, y perdía la vista en el camino que enfilaba hasta Almonte. Había corazones juveniles ¿verdad Carmen Jesus? imparables, benditas e incipientes reuniones de rocieros, sonrisa en ristre, botas de siete leguas, y fuerza para mover el mundo. Había familias enteras, pañuelo al cuello o a la cabeza, unidos por la Virgen con una hermosa noche de camino por delante. Había todo un espectáculo de imágenes inolvidables con un solo trasfondo, la fe, la Virgen, y nada mas.

Si, nada más. Lo siento mucho, señores del tópico y el desanimo. No había, ¿verdad Juanma? ni juerga, ni bebida, ni trajes de flamenca, ni botos, ni sombreros, ni bueyes ni carriolas. Habia calor y esfuerzo, había entrega y cercanía. Había sentimientos compartidos, había oraciones musitadas a lo largo de la noche más hermosa de agosto que cada siete años la Madre de Dios nos regala. A ver que decís ahora esos que gustáis de tirar por tierra el movimiento rociero. Ahí lo teneis. Quien tenga ojos que vea.



Luego vino una noche eterna, una amanecida soñada en su pueblo, engalanado con una dulzura y un cariño inconmensurables Y el pañito, y el guardapolvo que se retira, y las salvas que suben al amanecer, y una Reina del Cielo que vuelve a su parroquia para nueve añorados meses.

Quien esto escribe solo puede dar gracias. A la Virgen, por dejarle estar a su lado otro Traslado junto a quien más quiere, y haber podido enseñar a su misma sangre, por vez primera, esta singular manera de vivir la fe. A sus amigos, con quienes quiere seguir compartiendo Traslados hasta que Ella quiera. A la Hermandad Matriz por compartir con el mundo su tradición. Y a todos los rocieros que demostraron, con sinceridad, de manera sencilla y grande, como se hace camino: Con la Virgen. 

Viva la Virgen del Rocio.

Viva la Madre de Dios.