jueves, 15 de agosto de 2013

Otra noche de camino hacia la Virgen de los Reyes



Era el segundo año. El año pasado estrenamos emociones de caminar una noche hacia Sevilla, cumpliendo el rito antiguo de tantos pueblos que dirigían sus pasos hacia la Patrona. Y tanta intensidad ha hecho que repitiéramos. De manera que cuando dobló el cabo del 15 de Agosto, en sus primeras horas, cuando el reloj de la Plaza y las Campanas de la Parroquia daban la 1 de la madrugada, casi ochenta personas nos congregábamos ante el monumento a Santa Angela de la Cruz, dispuestos a pasar, otro año, la noche en vela caminando hacia la Catedral de Sevilla, donde nos aguardaba, de nuevo, Nuestra Señora de los Reyes.

Nunca una emoción de este tipo es igual. Siempre hay nuevos rostros, nuevas ilusiones, hasta un nuevo camino, que este año dirigió nuestros pasos hacia la carretera antigua, para que el asfalto fuera nuestro sendero hacia Ella.

Antes, en la Plaza, todo preparado. Rosario pasaba lista, con sus nervios a flor de piel para que nada falle. Pepe, bandera en mano, verificaba que los vehículos que iban a abrir y cerrar la comitiva estuvieran listos. Iban llegando todos los peregrinos, sonrisa en ristre, ilusionados con la noche que nos aguardaba, sobre todo los que, como María José,  Belén, Manolo, y tantos otros, se estrenaban contagiados de quienes contamos la experiencia del pasado año

El rezo del Padre Zambrano, ante Santa Angela, marcaba la hora. Nos vamos. El Arco nos sirve de dintel para los primeros pasos, que se dirigen al ramal de salida, mientras muchos vecinos nos despiden.

En el ramal salen las primeras linternas, para afianzar el camino, y enseguida nos encontramos ante el monumento a la Virgen de Loreto, donde un nuevo rezo nos reagrupa. 

Y continuamos. Es ahora Belén quien se emociona cuando el Padre Zambrano le dice que rece los misterios del Rosario. Es su voz la que rompe el silencio de la noche por Espartinas entre misterio y misterio. 



La Guardia Civil nos acompaña. Impresionante su esfuerzo. Tres efectivos en su vehículo nos siguen muy de cerca, cuidando de que en ningún momento haya la menor incidencia en los cruces de carretera. Sencillamente un lujo. 

A pesar de que la noche avanza, el calor es intensisimo, fruto del caminar continuado y que apenas corre viento. Toca bajar y subir rampas camino de Gines. Cruzar entre carriles-bici y arcenes. 

Casi sin darnos cuenta, avistamos Gines. Primera parada de avituallamiento. Rosario y sus conductores lo tienen todo dispuesto en varias mesas. Café  chocolate y dulces. Un refuerzo de azúcar para los músculos y un ratito de charla para preguntarnos como vamos, para alguna foto, para muchas sonrisas. 

Pero vámonos que la noche avanza. El silencio de la noche de Gines nos escolta, camino de Castilleja. Llevamos un ritmo muy bueno. Enseguida avistamos el monumento a la Inmaculada de Castilleja, donde volvemos a reagruparnos para rezar una breve plegaria y canto ante la devoción concepcionista. 

A pesar de las obras en la calle Real de Castilleja, si bien los vehículos hubieron de dar un rodeo, los peregrinos pudimos atravesarla sin problemas, y volvemos a reagruparnos todos antes de emprender la bajada hasta Camas. 



Hay tiempo para hablar de todo, de las familias, de las devociones, de los años pasados, y de los que han de venir. 

Ya estamos en Camas, y solo nos separa una vía verde de la Ciudad. Las altas luces de las torres ya se ven encima. Y por la via verde sentimos el frescor de la madrugada y la humedad del río. Es una hilera oscura de linternas reflejadas en las bandas de los chalecos amarillos. 

Hay grupos que vienen de otros pueblos, todos unidos por una misma devoción.

Pasadas las cinco de la mañana ya hemos arribado a Sevilla, y en las pérgolas cercanas a Torre Triana hay un nuevo alto para reponer fuerzas. De nuevo el chocolate y el café aparecen para reconfortar antes de dirigirnos ya para la Catedral. 

Las calles de la ciudad ya recogen gentes desde todos los rincones con el mismo destino. Y casi a punto de dar las seis de la mañana, cruzamos las puertas de la Santa Iglesia Catedral. Lo hemos conseguido otro año Estamos ante la Virgen de los Reyes. Para darle gracias, para pedirle por los nuestros, por nuestras cosas, esas que Ella y nosotros sabemos.

A partir de ahi, el tiempo ya se acelera. La Santa Misa tiene un eco antiguo, presuroso. Luego buscamos unos escalones por las gradas, y la mañana no se digna en refrescar. Con puntualidad de siglos, el cortejo aparece. Y con las campanas de las ocho, la Virgen en la puerta. Pasa ante nosotros, por Alemanes, con una majestuosidad antigua y cierta. Y las miradas se van tras Ella.

Solo queda compartir lo vivido con unos churros del postigo y un cola-cao calentito o un cafe americano solo. Y muchas, muchísimas sonrisas.  La vuelta a casa en el autobús que nos recoge suma el cansancio y la satisfacción por esta nueva experiencia agosteña, que no dudaríamos en repetir. Por eso le pedimos a la Señora de los Reyes, salud para volver el año que viene.

Solo resta dar las gracias a quienes han hecho esto posible. A Pepe, por su perseverancia, a Rosario por sus desvelos, a nuestros conductores y ayudantes, soporte imprescindible, a la Guardia Civil por su dispositivo para convertirse en nuestros ángeles de la guarda. 

Y personalmente, a Maria José, Belen, Manolo, y Juan Pedro, por su compañía y conversación en una noche larga e intensa, donde las palabras sirven de aliento para seguir caminando, para llegar con fuerzas al final del camino.

Que Dios nos permita volver en 2014.