
Es inusual ir un domingo por la tarde al Rocio, a ver a la VIrgen en su ermita, y que siendo mediados de abril falte tan poco para la Romería.
Y sin embargo, nada hacia presagiar esta tarde la inminencia de los días grandes, maravillosos, que estan por llegar a poco más de tres semanas.

Poca gente, la justa, rezandole a la Señora. Quietud en la Aldea. Se notaban las aguas caidas, algunas personas entraban y salian de casas de hermandad y casas particulares. Pero no habia muchos mas indicios de que cientos de miles de sueños de camino y romero ya vuelven a estar gestándose en toda nuestra geografía, y que harán de la Aldea ese hervidero humano tan especial y diferente a la quietud de esta tarde.
Es así. Ella, nuestra Madre, está en su Ermita todo el año, para quien quiera rezarle, hablar con ella, sentarse en un banco a mirar su cara.
Pero esta tarde de abril, aparentemente serena, trae esos nervios de la vispera emocionada.

Ya viene Mayo, hermanos.