La Hermandad de Benacazón llegó al vado del Quema pasadas las cuatro y media de la tarde del miércoles 15 de Mayo, día de su salida.
Justo a la hora en que el día se había empeñado en ponerse lo más desapacible que se pueda imaginar. Un cielo cubiero a más no poder, viento, frio y lluvia tal vez no muy fuerte pero persistente. Un tiempo capaz de doblegar al mas pintado.
Justo a la hora en que el día se había empeñado en ponerse lo más desapacible que se pueda imaginar. Un cielo cubiero a más no poder, viento, frio y lluvia tal vez no muy fuerte pero persistente. Un tiempo capaz de doblegar al mas pintado.
Y alli llegaron los rocieros de Benacazón. Con su carreta blanca, a las "seis columnas de madera que sostienen mi Simpecao", como dice la letra.
Y ya les dio igual la lluvia y el viento. Ya solo se escucharon vivas y sevillanas, palmas y vitores, cante desde dentro y fuera del agua del Guadiamar, y un calor humano para derrotar a la climatología adversa.
El miércoles por la tarde la Hermandad de Benacazón dio una lección de cariño y entrega, venciendo al al mal tiempo para decir a los cuatro vientos que no hay quien pueda con la fe rociera antigua y convencida.
Gracias por emocionar a todos los presentes. Gracias por contagiar la fuerza del rocierismo desde esos cordones azules, como el Simpecado, y esa carreta blanca.