Esta imagen, que puede ser tan solo una mas del camino, refleja un instante que fue perfectamente captado en el pregón de este año. La Hermandad sale de Umbrete. Se aleja. No hay vuelta atrás. Ha pasado el clamor de las calles umbreteñas, el cariño de su gente, que la despide, y, dejada atrás la Era, avanza por la carretera hacia Benacazón.
La Hermandad se aleja de su pueblo. Ya el cielo se pinta de las primeras nubes que depararan una climatología mas invernal que primaveral.
La Hermandad de Umbrete se aleja. Motivo gozoso y esencia de la Romería. Se marcha para volver una semana después.
Pero esa marcha siempre deja atrás corazones emocionados, estremecidos, añorantes de un camino que no van a vivir, nostálgicos de otras mañanas de miercoles caminando junto o tras esas tablas de madera.
Esto tambien es Rocio, y del grande. Esa fuerza del rocierismo que se queda se congrega cada año a las puertas del pueblo, para decir adiós, y hasta pronto (buen viaje dicen los más mayores) a su Simpecado.
Esas carretas que se marcha llevan suspiros de rocianos recios, que irán de corazón, por los senderos, caminando hacia la Virgen. Los que se quedan y los que se marchan son el firme pilar de la continuidad en la fe rociera.
